Carlos E. Vallejo.
Han pasado más de 20 años y todavía me miran cuando voy a comprar al supermercado.
Nos mudamos a este pueblo de mierda, cuando estaba embarazada de mi bebé Antonio, junto a mi marido, también Antonio.
Jóvenes, con un millón de ilusiones por delante. Me matriculé en una academia de corte y confección de San Sebastián. Más de dos horas en autobús de línea con el bebé, ya que nadie quería cuidar a mi niño, mientras me formaba.
Éramos peor que los “parias” de la India. No nos miraban, no nos querían. Todos los compañeros de mi marido se habían ido al cuartel de “Intxaurrondo” a vivir, pero ingenuos de nosotros, nos queríamos integrar en el pueblo.
A los dos días, ya nos dimos cuenta que venían días negros de soledad, lo que no sabíamos es que el diablo habitaba las almas de los ciudadanos del pueblo.
De dónde han sacado tanto odio esta gente. Que no quieras al país, lo puedo llegar a entender, pero reventar a una familia joven, que venía por necesidad a buscarse la vida,es algo que me hace vomitar 🤮.
Esta tarde he visto en el informativo que unos famosos payasos vascos manipulan a unos niños, pidiendo que el sicario que ejecutó a mi marido junto a mi niño de apenas un año vuelva a casa.
Estaba terminando un pantalón de mi marido en la academia cuando la cara de la directora lo decía todo.
Me desmayé y estuve ingresada más de tres años en un centro psiquiátrico. No quería vivir. Mi vida perdió todo el sentido.
Creo que recordar la verdad. Que nunca se olvide lo que sufrimos, es lo poco que me mantiene viva.
Podría escribir un tratado de los hijos de puta que viven en este pueblo. Hace unos años viendo un “culebrón colombiano”, uno de los protagonistas se refirió como “ triple hijoeputa”. Muy bueno. Me entró una risa paranoica, muy parecida a la que dedicó el pasado presidente Sánchez al actual presidente Feijoo en el Congreso.
Algunas noches sueño que el pueblo es arrasado por la “RAF alemana”, al Igual que en Guernica. Reconozco que me despierto muy aliviada, pero inmediatamente después, me producen arcadas el tan solo pensar que soy igual que ellos.
Nunca me igualaré a esta jauría de mal nacidos. Y os preguntaréis, porque no he puesto tierra por medio y me he ido.
Ganarían ellos si me hubiese ido. Eso es lo que quieren, que no les recuerde todos los días, lo mal nacidos que fueron y que son. Es una lepra del mal, donde ahora gobiernan los asesinos de ETA.
Es una tierra de sangre y de odio. Los héroes son asesinos, la Iglesia les justificaba y ni una mala palabra de compasión a las víctimas.
Basura disfrazada de payasos que engañan a los niños vascos.
Todavía no lo entiendo.