Carlos E. Vallejo.
Cualquier parecido con la realidad, es pura ficción o la excesiva imaginación del lector.
Fueron tiempos bonitos, esfuerzo recompensado, de los años empleados en mi formación de Madrid, donde tuve que alternar las clases, con trabajos de toda índole, desde lavaplatos por horas hasta “chapero” en la Puerta del Sol.
Todo compensó. Enganche una serie donde hice uno de los peores casting de mi vida, pero mi físico, me salvó, buscaban un galán apuesto y ese era yo, con 22 años.
Guapo, apuesto y con unas ganas furiosas de comerme el mundo. A esa serie le siguieron muchas más , e incluso debute en varios largometrajes.
No me puedo quejar, mi carrera se desarrolló perfecta hasta que pase la barrera de los 45 años. Aunque un actor siempre se tiene que cuidar , cierto es, que el relajo invadió mi rutina, con un consiguiente crecimiento de la cintura.
Me casé con Maite, compañera de profesión y mi principal aliada en todo.
Sinceramente, estoy convencido que se tirará al pozo detrás mia, si es necesario.
Como actor soy muy bueno, pero en las finanzas personales, siempre fui un puto maniroto. Que malo es el ego, y que cantidad de gilipolleces he comprado en mi vida y que no sirven para nada.
Nuestra profesión es propia de los ingresos alternos, en función de los trabajos que tienes. Lo único constante es el teatro y las series. Con suerte puedes llegar al año de trabajo.
De lo contrario, es un temporal picoteo, que exige de disciplina estoica para mantener una economía doméstica.
Cuántos grandes, están en el hogar de los actores jubilados, sobreviviendo de la buena voluntad del gremio.
Con mi tía Adelina, siempre he mantenido una gran relación, desde mi infancia. Las vacaciones en el pueblo, siempre las llevaré conmigo, fueron unos años excepcionales. Desde Junio hasta mediados de septiembre fue un mundo paralelo, donde la alegría de vivir llegó a grados máximos Y buena artífice de ello, fue mi tía Adelina, la hermana de mi madre.
Manejaba un cuerpo espectacular, le llamaba la “Loren” de Sepúlveda y siempre fue una adelantada a su tiempo. Todos los mozos del pueblo babeaban, mientras pasaba delante de ellos.
Mucha mujer para una Castilla vieja y rancia.
A pesar de los muchos pretendientes que tuvo en su juventud, siempre fue una chica muy independiente, que parecía que el sexo masculino, no era de su agrado. Cosa la cual pude corroborar, en unas vacaciones en el pueblo. Tenía ya 12 años y alternaba Sepúlveda con un Campus de verano en el club de tenis de Segovia.
La culpa fue de mi madre, que le dio la fecha errónea a mi tía Adelina de mi regreso a Sepúlveda.
Llegue un día antes. Tenía las llaves del caserón de mis abuelos. Eran sobre las 10.00 y me extrañó que mi tía no me estuviera esperando. Silencio, soledad absoluta, me dirijí al dormitorio de mi tía, la puerta estaba entornada.
La escena me recordó a los cuadros que vi en el museo del Prado, el pasado invierno en excursión escolar.
Lo hubiese titulado; belleza femenina.
Mi tía Adelina, desnuda de cintura para arriba, con la melena rubia platino, que le caía sobre los hombros, tenía debajo de su seno derecho el rostro angelical de una joven morena que dormía arrunchada.
De buena gana, hubiese hecho una foto para no olvidar la bella estampa.
No le di importancia a la circunstancia. Me fui a hacerme el desayuno.
- !!!Chiquillo, pero tu que haces aquí!!!!
La cara desencajada, colorada como un tómate. Era una mezcla de rabia e impotencia. Me asusté, parecía que me iba a pegar.
- Tia, no te preocupes. No le diré nada a nadie.
Se fue llorando y dando un portazo.
Ese fue el peor verano con diferencia. Apenas me hablaba, tan solo los imperativos necesarios para una convivencia normal.
Cuando volví a casa, mi madre me preguntó que veía Adelina cambiada, ya no era la misma.
Si sabía algo al respecto.
Indiferencia absoluta y contrariedad hacia mi madre, era lo que más podía ayudar a Adelina.
- Yo la veo como siempre. No se a que te refieres.
Pasaron los años y nunca me cuestioné la condición de lesbiana de mi tía. La quería igual que siempre.
La próxima semana cumplo los 60 y poco queda del Adonis que fui. Cumplidos los 45, los papeles escasearon. Nadie se acordaba de mi para papeles de maduro. Me encasillé en guapo y así me quede.
En las galas de los ‘Goya’, todos me ‘la chupan bien’. Que no se me ve el pelo, que porque estoy tan escondido. Se te pone la cara de gilipollas, sonríes y no tienes huevos de decir. La industria me ha olvidado, ya no me llaman y empiezo a vivir en la indigencia.
Mis padres murieron hace tiempo. Tan solo tengo a mi tia Adelina como el familiar, más cercano. Mi mujer me abandonó rápido cuando empezaron las estrecheces económicas.
Todo iba en picado , debia varias mensualidades de luz, hasta que Maria, la hija del estanquero de Sepúlveda, casada, con tres hijos ya mayores, la que fuera del affaire amoroso de hace muchos años, me comentó que Adelina tenía un principio de Alzheimer y no veía conveniente que estuviera sola.
Me la lleve a mi casa de Madrid. Su pensión me devolvió a la normalidad financiera. La convivencia fue mejor de lo que me imaginaba.
Después del incidente lésbico, nuestra relación se perdió. Coincidimos en navidades y fiestas de rigor, siempre me miraba como achantada, con cara de cordero degollado.
Yo, la verdad, nunca le reproche nada, pero no tuvimos la oportunidad de aclararlo.
Ahora 50 años después, nos volvemos a encontrar en unas circunstancias muy distintas.
Pronto me di cuenta que el Alzheimer de Adelina, era temporal, tenía idas y venidas de conciencia, donde la lucidez plena, se podía manifestar durante días enteros.
- ¿Pablito porque me has traído a Madrid?
Esta es la pregunta, que le traslada a los infiernos. Podemos estar completamente normal, una convivencia perfecta, hasta que aparece la letal pregunta y se sume en
una desconexión total, se que como ida, mirando al infinito, come si le doy comida, bebe si le doy bebida, pero toda su conciencia desaparece.
Pasado un periodo que pueden ser horas o días. El Máximo lo tiene en día y medio. El mínimo, no lo tengo tan bien controlado, creo que fueron una tres horas aproximadamente. Vuelve a una normalidad absoluta. Es como un despertar, donde no hay ningún tipo de exaltación ni agitación. Vuelve de La paz más absoluta, donde la normalidad lo vuelve a dominar todo.
Todas estas mierdas, siempre nacen del indirecto. Un amigo, de otro amigo que aprovecha la necesidad del tercero.
Mi entrenador personal, que ya hace tiempo no lo es, debido a mi precaria situación económica, como os lo he comentado anteriormente. Es de Medellín, aunque lleva más de dos décadas en España. Muy bueno en su trabajo. Todavía conservo un gran fondo físico, gracias a sus sabios entrenos de hace años.
Una tarde de domingo aburrido, me mandó un mensaje para que comiéramos en Gym.
Comida protocolaria, repitiendo los tópicos de siempre: que mala suerte por mi carencia laboral. Cuando llegamos a los cafés, salió la verdadera razón de la comida.
En todos estos acontecimientos, es curioso la aparición siempre de un amigo, para hacer la introducción en la escena.
En el caso que nos ocupa, no fue amigo, sino primo.
Su primo tiene la nacionalidad americana, es un “marine” del ejército y en breve irá a la base gaditana de Rota, Cádiz.
Hasta aquí todo perfecto. No hay nada anormal. Pero tengan en cuenta que la simple exposición de los hechos, es una introducción a algo más.
Y este algo más, es Flores, mi apellido. Que por arte de magia coincide con el de su primo: Eureka.
La vaina, como dicen los cubanos, es la siguiente, mi tía Adelina, pasaría a ser una pariente suya española que va a visitarlo a la base. Recoge un paquete y lo entrega endos horas. Son 50.000 netos y gastos aparte.
La oferta es bastante tentadora. Es un tiempo precioso que emplearía para intentar retomar mi carrera y centrarme en los castings sin la “espada de Damocles” que son las facturas a fin de mes. Son 87 años, los que maneja Adelina. No se si es muy ético, meter a la vieja en estos embolaos.
Me lo pensaré, le dije a mi “ personal trainer”.
Volvimos a la rutina diaria. La pensión de Adelina, me permitía apenas pagar la hipoteca. La vuelta a los pagos bancarios ha abierto la posibilidad de reunificar las 11 cuotas pendientes y pedir un préstamo al consumo.
Otra opción para salvaguardar mi pobre economía, es alquilar la casa de Adelina en Sepúlveda. Situada en plena plaza del pueblo, es una buena opción. La inmobiliaria local le ofreció en su día una buena oferta para subarrendarla a los turistas.
Le plantearé primero lo de la casa de pueblo y luego iremos avanzando poco a poco.
- Que bueno Pablo que hayas alquilado tan pronto mi casa. ¿Estás contento?. No sé,sobrino mío, se te ve triste. Andas siempre llorando penas por las esquinas.
- Tía, no es fácil. No poder ganarte la vida con tu profesión.
- Lo se cariño, pero la vida es una pura adaptación. Tu no tienes limonada, ya que se acabaron los limones para ti, pero puedes beber agua o líquido elemento en sus múltiples variadades.
- De eso te quería hablar,
- Cuenta, soy todo oídos.
Le conté la proposición de mi entrenador. A lo que me contestó.
Eso Pablito, no es bebida, es mezcal con tequila y una muestra de amoniaco. Te revienta por dentro o te da el éxtasis a lo Santa Teresa de Jesús.
- Mira que eres exagerada.
- No soy realista, lo que nunca has sido en tu vida. Pero tranquilo, “para lo que me queda en el convento”.
- Y eso que quiere decir?
- Que nos vamos a Cádiz.
Fuimos al casco antiguo de Cádiz capital, ya que Adelina estuvo en su juventud y quería rememorar sensaciones.
Ya hace unos meses que le compre una silla de ruedas, ya que el bastón se cansaba bastante. Es jodido asumir que te vas apagando más deprisa de lo que nos imaginamos. Brevedad, es lo que debería definir nuestras vidas. Una vez asumida esta característica, cada cual elige lo que quiere o lo que puede. Pero recordar que aunque no se pueda, la actitud de cada uno, es la que va modelando tu futuro.
Yo elegí el conformismo, una vez alcanzada una efímera fama sin trabajar. Ahora quizás es tarde o si soy igual de longevo que mi tía todavía me quedan unos buenos 25 años que disfrutar.
Que os voy a contar de Cádiz. Entrar en una tasca del casco antiguo y poder disfrutar de su barra, donde la cerveza se da la mano con una tapa de “pescacito frito” recién hecho, son de las pequeñas cosas que te regala la vida.
Su gente, siempre alegre de poder disfrutar de la belleza de esta tierra bendecida por la mano del “duende”. Hay arte en casa esquina.
Estoy disfrutando mucho de mi tía Adelina. He vuelto a sentir lo buena gente que es. Fue un día memorable. La dejé en la habitación del Hotel agotada a las ocho de la tarde.
Al día siguiente teníamos la entrada en la base naval de Rota.
Después de la interacción con el marine. Me quede convencido de que la verdadera actriz de la familia es Adelina. Ni preparándolo un mes, lo hace mejor. Lo bordó. Incluso se hizo una foto de grupo con los mandos de la base.
Recogimos el bulto, que nos fue entregado en una mochila. Nos fuimos directos al hotel. Adelina estaba muy cansada y se fue a descansar. Me quedé en el descansillo del hotel esperando nuestra próxima visita.
No se hizo esperar, al cabo de media hora, recibí un mensaje para nos encontrarnos en la estación de autobuses de Cádiz.
De aspecto absolutamente ordinario, me dio las buenas tardes e hicimos el
Intercambio.
Remordimiento de conciencia. Como una vieja, me está sacando las castañas del fuego. Es un poco vergonzoso asumirlo, pero no queda otra.
Me fui al centro a comprarle algún detalle de agradecimiento. Fue una pulsera de plata con la inscripción de la Virgen del amor hermoso.
Volvimos a Madrid. Dinero fresco para tirar una temporada y Adelina un poco más desmejorada. Fuimos a su médico de cabecera, que me confirmó la obviedad que ya observaba . En estos tres meses había metido un gran bajón físico y psíquico. Se estaba apagando poco a poco.
- Entonces Adelina, como te ha tratado la vida.
- Hay Pablito, que tonterías preguntas, pues como a todos. Ten en cuenta que en los pueblos se vive una rutina consentida que te acomoda a una realidad muy básica. Son pocas las emociones que brinda Sepúlveda. Pero sobrino no me quejo he vivido una vida muy plena, donde casi he hecho todo lo que he querido.
- Y si hubiese alguna cosa que te hubiese gustado hacer y no pudiste hacer, cuál sería.
- Si te soy franca, casarme con Maria. A pesar de que tiene hijos y se casó obligada por la sociedad, siempre hemos sido una pareja muy unida desde la juventud. Una vez murió su marido y se legalizó el matrimonio entre el mismo sexo se lo propuse, pero otra vez el que dirán sus hijos, nos alejo de nuestro gran deseo, sellar nuestro amor incondicional, es lo que me falta para morirme tranquila.
- ¿Conoces Cartagena de Indias Colombia?
- Siempre, la cabra tira al monte. Al igual que el alcohólico no se puede tomar solo una copa o el ludópata parar, cuando gana una partida, el narco siempre quiere más..
Hace ya muchos años que el buque escuela Juan Sebastián Elcano transporta muchas más cosas que grumetes de aprendizaje.
Todos los años, el ayuntamiento de Cartagena organiza una cena de gala dando la bienvenida a la tripulación.
- Seguro que en ese momento es donde mi tía Adelina entra en acción.
- Bueno, eres bueno Pablito, pero con la gran diferencia que si lo hacéis igual de bien que en Rota, te jubilas de una vez.
Aquí no hay mochila. Hay “mondongo” del bueno.
– Déjame que lo hable con mi tia.
El brillo de sus ojos lo decían todo. Pura felicidad, en el altar de la catedral de Cartagena de Indias, mi tía Adelina esperaba a su amada Maria que vendría de la mano de su hijo.
¿Cómo lo conseguí?, quédate un poco más y te lo cuento.
Esta segunda experiencia con el narco iba ser más dura. Debíamos transportar cuatro maletas del “Juan Sebastián Elcano”, por la bonita cifra de un millón de euros.
Marina Valderrama actriz de novelas y gran amiga mía. Trabajamos juntos en dos culebrones venezolanos hace años. Ubo más que trabajo, pero
mis miedos sin sentido, me hicieron perder a una gran mujer.
- Mira quien ha venido el “gonorrea” españolito.
- Marina no te pases, yo también me alegro de verte.
- Mira que me hicistes llorar, menudo cabronazo. Todavía espero que vuelvas.
- Eran un chavalillo, sin experiencia.
- Pero bien te gustaba metérmela.
- Marina, amor, pelillos a la mar. Necesito tu ayuda más que nunca. Estoy metido en un buen lío.
- Cuéntame ingrato mal parido.
Le conté toda mi próxima experiencia con el narco. Empleó sus fuentes y
corroboró que son lo peorcito de la zona. Si entras no sales limpio.
Adelina me dijo que sí, que colaboraría con mucho gusto. Lo del casamiento se lo mantuve en secreto en todo momento, ya que salió prácticamente solo. Se lo planteé a Maria, una tarde que fui a Sepúlveda y me dijo que si, bajo la condición que les casará un cura como es debido y por la iglesia.
Muchos años ya, para explicarle, que los matrimonios del mismo sexo en la Iglesia a pesar de que Papa Francisco es un gran liberal, no han llegado todavia.
Con Marina preparamos un jodido plan para quedarnos la drogas y el dinero. No sabía si saldría vivo de esta. Pero es todo o nada.
La pantomima del barco, la hicimos excelente, mejor aun que en Rota, besos y abrazos con el capitán del barco. E incluso los guardiamarinas nos bajaron las valijas.
Deje a Adelina en el hotel, con la gran sorpresa de que Maria la estaba esperando .
- Pablito me estás regalando los mejores momentos de mi vida, me dijo.
Fui al punto de encuentro con los narcos.
Sacaron los fardos. Había más 50 kilos. Me enseñaron los billetes en dólares y empezó la puta locura. Una balacera por todas partes. Estoy vivo de purito milagro. Me tiré al suelo sobre mi dinero, cerré los ojos y recé mis mejores oraciones para entrar en el cielo.
Pero ese día no tocaba. Todos los narcos fueron cayendo a mi alrededor. Me sentí empapado de sangre, pero no era mía. No quería levantar la cabeza. Esperaba el tiro de gracia final, pero no llegó.
Levanté la cabeza. Creo que la dantesca imagen, me acompañará toda la vida.
Todo cambió a mejor. Un millón de dólares ayuda un poco a dedicarte a la meditación.
Nos quedamos en Cartagena de Indias. La vida le regaló tres años más a Adelina que vivió con Maria a plena conciencia.
Nunca le pregunté a la colombiana Valderrama, lo que organizó aquella tarde. Formalizamos nuestra relación y abrimos un pequeño hotel en el Parque Nacional del Tayrona, donde también trabajo como guía local.