Carlos E. Vallejo.
Vivo de las toallitas. Las hay de muchos tipos, desmaquillantes, de bebé, para limpiarse el ojete. Todas ellas producen unos atascos en los codos de las tuberías que junto a los condones usados, crean un muro de excrecencias de restos humanos, que la empresa donde trabajo se dedica a solucionar.
“Desatascos Munar-Fullana”, vamos en camión todos los días, solucionando atascos.
Ponemos primero la cámara dentro de la tubería hasta llegar al conflicto. Una vez allí, en función de las características del mismo, empleamos presión de agua, para hacer fluir, lo que nunca se tuvo que detener.
Educación, cultura o formación. Si es cierto que uno de nuestros mejores clientes son los hoteles, verdaderas obras de ingeniería que han requerido la liberación de tampones, condones y los terribles bastoncillos.
Cuando se hospeda en casa ajena, el nivel de relajamiento baja en grado sumo. El pagar por algo, supone un empoderamiento donde todo está permitido. Da igual la horrible cartelería, que ruega depositar la celulosa y demás porquerías en la fría papelera blanca. Todo termina en el inodoro.
“Hotel Linda” en Can Pastilla, un barrio de Palma de Mallorca, uno de nuestros mejores clientes. Más de diez intervenciones en temporada.
Veinte y ocho de Julio, a más de 37 grados, con una humedad del 90 por ciento, nos dirigimos a mi compañero Manolo y yo, Bartolomé Estarellas, para servirles.
Fue un servicio rutinario como los demás. Exceso de condones, vomitonas varias y una extraña bolsa negra de terciopelo terminaron en el depósito del camión.
Ya en la cocheras de la empresa, al final del turno de trabajo, un extraño personaje estaba sentado en una silla de playa, fumando un puro habano.
- Querido hoy no hay prisa.
- No la tendrá usted, yo tengo que recoger a la niña del colegio, le respondió mi compañero.
El sujeto mostró una pistola con silenciador y en un suspiro, eliminó a mi pobre compañero Manolo.
Yo me mee literalmente, la impresión que me causó ver a mi compañero achicharrado, provocó un temblor que me bloqueó el cuerpo.
Se levantó, venía hacia mí. Me daba la sensación de que todo se acababa.
Me inyectó algo y caí rendido.
Me desperté en el maletero de un coche, cuando me preguntaba;
-¿Te gustan las hamburguesas?
Respondí afirmativo.
Me llevo a un motel de carretera donde pase la noche esposado y viendo una serie de Neflix.
- Te lo voy a explicar muy claro. En el desatasco de ayer en el hotel, absorbisteis accidentalmente una bolsa que debería haber salido por el desagüe del hotel.
- Ahora me tienes que ayudar a recuperar el interior.
- Canta rápido de cómo lo vamos a hacer.
- Señor, lo que busca, todavía se encuentra en el depósito del camión. Todos los viernes llevamos la flota de la empresa a sacarlos a la incineradora de Son Reus.
- ¿Y no lo puedes sacar tu?.
- No, el interior se saca con una manguera succionadora en la misma incineradora.
- !!!Jodeeeer!!!, pues ya estamos tardando vamos para allá.
- Si podemos ir, pero el contenedor va a un depósito compacto de la propia incineradora.
- Déjame eso a mi.
Fue una puta carnicería. Una vez dentro, a golpe de balazo, no paró, hasta conseguir su bolsa de terciopelo negro.
Ya en la salida, me apunto a la cabeza, cambió el gesto y me dijo.
- Hoy es tu puto día de suerte. Has pasado en microsegundos, de muerte segura a vida nueva.
- Escucha atento, porque no te lo voy a repetir:
- En “Ámsterdam” en la calle de las las putas, debes ir a solicitar los servicios de “Denise”. Una vez allí, ya que estás, tiratela, que está muy buena. Una vez termines le dices que quieres comprar un “Stradivarius” en Ámsterdam. Ella te dará las instrucciones para tu nueva vida.
Me tiró con rabia la bolsa de terciopelo, sonrió y se voló la tapa de los sesos.
Casi me cagó de miedo. De retirar la mierda ajena, he pasado a liderar una aventura que nunca busqué.
No tengo madera de héroe, no quiero vivir la aventura. Prefiero poder disfrutar de mi barrio, mi “atleti” los domingos y continuar retirando toallitas de los atascos diarios.
Pero parece que oportunidades como estas, no se presentan todos los días al
vulgo.
Guarde en casa de mi hermana, las esmeraldas, que aunque ignorante en muchas cosas soy, estas piedrecitas perfectamente talladas de color verde y acompañadas de un certificado de la casa Rhotmann de Luxemburgo, apuntan a pirulas buenas.
Recién aterrizado en Amsterdam de mi vuelo de Ryanair, me dirigí al hotel.
Una vez cené en el restaurante del hotel, contraté los servicios de un transfer privado para que me llevase a la zona de las putas.
Tal como me dijo el malogrado sicario, disfruté mucho de los servicios de la meretriz. Realmente es triste decirlo, pero seguramente el mejor polvo de mi vida.
No quería decir la palabra clave. No quería seguir el guión establecido y me fui a cenar con la puta.
Terminamos de nuevo, chingando en el hotel. Rápidamente se dio cuenta que su historia de pena y lamentaciones me importaba una mierda, con lo que me dio por caso perdido y mientras se vestía para mi abandono, le dije:
- ¿Donde se puede comprar un Stradivarius en Amsterdam?
Se le cambió la cara. Estoy seguro de que soy la última persona que esperaba recibir la citada petición.
Me contestó:
Solo el rabino Nasher te puede ayudar en la búsqueda del violín.
Lo encontrarás en la Esnoga.
Y como no, tuve que continuar con la búsqueda del desgraciado.Me hubiese quedado con el pibón, de buena gana.
La Esnoga, fue la sinagoga más grande del mundo judío, habiéndose inspirado en el Templo de Salomón en Jerusalén.
Llegue en busca del rabino. No me hicieron mucho caso, en mi petición de entrevista, lo que provocó que hiciera un plantón en la calle en espera de que saliese del templo.
“ La boule” es un pequeño bristo cerca de la Sinagoga, donde los kohens disfrutan del almuerzo. El encargado del restaurante me ayudó en la localización de Nasher.
Me acerqué, se sorprendió bastante al verme.
- ¿En que te puedo ayudar hijo mío?
- Cuando pueda tener cinco minutos, necesito su ayuda en mi búsqueda.
- ¿Cómo se llama?
- Bartolomé Estarellas.
- Querido y Bienvenido Bartolomé a las 16.00 horas le esperaré en la Sinagoga.
Una vez allí, me trasladaron a una oficina principal que termina en un gran despacho. La sinagoga es impresionante, respira historia por los cuatro costados.
Una vez que le hice la repetida pregunta. Como un autómata se levantó de su asiento y me dijo:
Sígueme y observa.
Andamos dentro de la sinagoga hasta la biblioteca.
Abrió un cajón y me enseño esta foto:
Donde el ministro de propaganda Goebbels entregaba un stradivarius a la joven violinista Nejiko Suwa.
No se si sabrás que aparte del holocausto nazi, nos robaron todo lo que teníamos. Algunos Stradivarius nunca volvieron a sus dueños originales.
El de la foto, lo tiene actualmente el sobrino en Tokio. Pocas veces lo saca de la caja de seguridad del Banco Central de Japón. El próximo 23 de Diciembre dará un concierto en la catedral de Mallorca con la llegada del “solsticio de invierno” y allí es donde tu entras en acción, para que puedas conservar las piedras que custodia tu hermana.
Todo volvía a encajar. Rara vez en la vida, un simple operario desatascador de inmundicia, vive una aventura similar.
Mi vuelta no fue fácil, fui detenido en el aeropuerto de Son Sant Joan, inmediatamente después de que mi vuelo tomará tierra.
La cobertura judía puso a mi servicio, el mejor bufete de abogados de Mallorca, que dio forma a mi salida inmediata, después de la matanza del sicario.
Volví a ser readmitido en la empresa y mi vida volvió a ser normal
Salvo una semana antes del concierto, valoré mi querida rutina. Me gusta mi trabajo, aunque muchos lo consideran nauseabundo.
¿Y que fue del violín? ¿Se recuperó?
La verdad, es que no me interesa en absoluto contaros el desenlace.
No soy, ni quiero ser un héroe. Me lo paso mejor viento a mi Atlétic en Can Puñeta con mis colegas, disfrutando de una cañas.
Pero para los más curiosos del lugar os dejo la crónica del Última hora.
El concierto maldito.
Palma de Mallorca 21 de Diciembre.
El efecto lumínico en la Catedral cuando el sol atraviesa el rosetón de levante, que se proyecta en el rosetón de poniente, este año fue acompañado del violinista Yakiro Musaka.
Cuando ambas vidrieras combinan sus colores en un mismo círculo y el rosetón mayor se tiñe de rojo, dimos la bienvenida al solsticio de invierno.
Donde una plataforma móvil bajaba desde el techo hasta la mitad de la catedral, sobre cinco metros sobre la muchedumbre, el violista recitó el soneto de Invierno de las cuatro estaciones de Vivaldi.
El invierno.
Congelados y temblando en la helada nieve
En las fuertes ráfagas de un terrible viento
Correr pisando fuerte contra el frío
Con los dientes castañeteando por el frío
Pasar días felices junto al fuego
Mientras afuera la lluvia empapa a todos
Caminar en el hielo con cuidado
Y precaución para no caer
Apurarse, resbalar y caer al suelo
Levantar y correr de nuevo
Hasta que el hielo se quiebra y se abre
Oír el viento Siroco al dejar la casa
Bóreas y todos los vientos en batalla
La excitación por la sorpresa provocó grandes aplausos entre los asistentes.
Una vez terminó de recitar el soneto, comenzó el concierto de violín.
Innumerables caras de alegria, cerraban los ojos para dar la bienvenida al invierno en Mallorca, pero al igual que la obra de George Sand, donde la crítica social no trae nada bueno.
Un esporádico llamado Bartolomé Estarellas, rompió la magia de la mañana.
Al más estilo “tanzaniano” saltó atado a una cuerda por meció de un arnés desde lo alto de la zona norte de la catedral, impactando de manera brutal en contra del violinista japones.
En el momento del impacto, arrebató el violín al intérprete y saltó desde la plataforma hasta unas colchonetas debidamente camufladas entre la muchedumbre.
En su huida, un cabo de la benemérita intentó su detención, pero fue abatido por dos disparos del operario de la empresa Desatascos Munar Fullana que exibia el mono de trabajo de la citada empresa.
El incidente provocó un caos absoluto.
El público corría despavorido, buscando la salida de la Catedral. Fueron dos muertos por asfixia, en innumerables heridos, provocados por el gran atasco humano que se formó orillas de la única puerta de salida.
Todos los afectados y el violista con numerables contusiones fueron trasladados al Hospital Son Espases de Palma.
Al cierre de esta crónica, el operario Bartolomé y el violín Stradivarius que robó, están en paradero desconocido.