La ventana indiscreta

El Blog de Carlos Vallejo

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Rías Baixas

Carlos E. Vallejo.

Salir, poder disfrutar de otros ambientes que nos son los habituales, siempre llena. En estas vacaciones tuvimos el lujo de compartir las Rias Baixas.

De buen nacido, es ser agradecido. Doy las gracias a Eva Abal (https://unaideaunviaje.com/portfolio-eva-abal/) por todos los consejos de su blog, que no son pocos.

La carreteras gallegas son muy buenas, la comunidad autónoma está conectada de forma sobresaliente.

Nuestro punto de operaciones fue Cangas del Morrazo, donde gracias a Begoña, pudimos disfrutar de un gran apartamento en el centro del pueblo. Es un pueblo gallego que lo tiene todo, tamaño justo, mucho ambiente, vistas, buena comida. La lastima es que no lo disfrutamos lo suficiente ya que siempre estábamos haciendo excursiones.

Combarro.

Fue nuestra primera excursión. Lo hicimos muy bien, a partir de las 18.00 horas, es suficiente para poder disfrutar de la aldea de los hórreos. Aquí tuvimos nuestra primera anécdota, una vez aparcados en el parking del Club náutico de superficie y recién llegados, un señor nos planteo muy educadamente que le dejasemos la plaza de aparcamiento y que nosotros probásemos suerte dentro del interior del parking, ya que el tenia una “baca de viaje” y no podía entrar.

Nos lo pensamos poco. Fue un NO con mayúsculas y sin arrepentimiento. Ahora no es tiempo de buscar justificaciones.

Santiago de Compostela.

Continuamos con nuestra buena estrella en el aparcamiento, a tan solo 300 metros de la Catedral y con un trafico brutal, la diosa fortuna nos obsequio con un sitio durante toda nuestra estancia.

Camino de la Catedral paramos en la cafetería Cotolay (https://goo.gl/maps/EMtdpBzHWTho3tvk7), donde inauguramos la “hora puta”. Eran las 12.00 aproximadamente, muy tarde para poder beneficiarse de los desayunos y muy pronto para comer, ya que la cocina abre a las 13.00 horas. Solución, “San te Jodes”, ya que no hay ningún cartel que te informe de esta oferta tan escasa.

Subimos una pequeña cuesta para llegar a la gran plaza del Obradorio, donde una vez llegué, tenia la sensación de ya haber estado, son tantas veces que he visto esta imagen en la tele, que me era muy familiar. Impresiona el escenario, la llegada de los peregrinos cantando invade de alegría.

Bares, restaurantes, garitos, todos con una carta común que habla de la gastronomía de Galicia, buena y barata. Comimos muy bien y visitamos la catedral. Ya podemos decir, que yo también estuve en Santiago.

Isla de Hons.

El cupo para ir a las islas Cies estaba lleno cuando intente hacer la reserva. Esta es la razón por la que descubrí este maravillosa isla. Muy bonita en todos los aspectos. Remanso de paz y de tranquilidad. Si alguna vez necesitas un sitio para desconectar de la civilización y buscar el equilibrio natural, este es tu sitio. Son solo 600 habitantes divididos en un máximo de 30 casas.

Playa América y Bayona.

Playa bonita y familiar. Tiene chiringuitos de ropa al lado e incluso cuando fuimos había un circo con buena pinta. Dimos un paseo y nos dirigimos a Bayona. Era domingo por la mañana y había ambiente. Muchas calles en el casco antiguo con gran oferta gastronómica, donde los vendedores te marean tanto, que al final no sabes donde meterte. Tuvimos una sentada con renuncia, ya que carecían de lo que queríamos. En definitiva, solo tomamos un aperitivo y comimos en el apartamento.

Termas Prexigueiro ( Orense) y Tui.

La oferta de calidad precio en la termas es insuperable, por tan solo cinco euros y medio puedes disfrutar durante hora y media de una experiencia muy agradable, si esto le sumas que colamos a nuestro hijo de 4 años por 5 años, sabe mejor, ya que en caso contrario nos tendríamos que haber dado la vuelta. Doy gracias a la comprensión de la chica que nos atendió, donde la mentira piadosa fue asumida como propia.

La comida la disfrutamos en el pueblo de al lado de Rivadavia, fue el mejor restaurante del viaje con diferencia. Se encuentra en la plaza del pueblo, con una terraza muy agradable, donde en la parte izquierda del mismo sale una calle para abajo que produce una corriente de aire, convirtiendo la zona en un ventilador permanente.

De allí llegamos a Tui a la hora de la siesta con un calor sofocante. Helado en una terraza en la sombra para recuperar fuerzas, antes de dar un agradable paseo por el casco antiguo.

Ignorancia la miá, al descubrir el gran caudal y belleza del rio Miño, frontera natural con nuestro hermano luso.

Pradera verde junto al rio, invita a una bendita siesta de verano.

Muxia y Finisterre.

Como buen colofón y final de nuestro viaje, teníamos que terminar el triángulo mágico; Santiago, Muxia, Finisterre.

Es una Galicia salvaje. Naturaleza en estado puro. Todo es belleza, hasta que llegamos al faro de Finisterre, donde el final del mundo, se manifiesta con una fuerza sobrenatural. Aquí por fin llegamos, estamos y contemplamos sobre el acantilado la verdad de poder sentir que el final es el la iniciación del peregrino. Ya se terminó, ahora otro yo, ya empezó.

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