Carlos E. Vallejo.
¿Y tú quién eres Anita Jaramillo?
Yo soy la que en un futuro muy lejano aprobará tu paso a la eternidad.
Yo soy una pequeña luz que va a guiarte en tus sombras.
Yo soy la que con tu colaboración, vamos a eliminar el mal en el mundo terrenal.
Y es bueno que sepas que tú eres el pequeño instrumento de corrección del futuro.
Eres el brazo ejecutor, un soldado que no preguntará, tan solo operará mis órdenes.
Muchas veces será difícil de entender las acciones que realizarás. Pero debes saber que yo, si quieres, explicaré posteriormente el porqué.
– Creo Anita, ¿qué poca elección tengo?
– Bueno querida, en caso afirmativo, tendrás opciones de disfrutar de la eternidad, pero de lo contrario, no será lo opuesto, ya que debería ser el infierno, pero no Lucía será la nada material, la no existencia.
Ni sentimiento, ni padecimiento. No fuiste ni serás. Cero absoluto.
Anita tiene acento mejicano como yo. Es chamarreta y bien regordeta. Me recuerda a las indias bolivianas del “Altiplano”.Pero su voz y ojos son el contrapunto de la común hembra labriega.
Su tono es suave y armonioso. Pronuncia bien todas las letras de las palabras, con una fonética propia de la misma divinidad. A esto le acompañan unos ojos color miel con un fondo de fuego que le da una humanidad sobrenatural.
– Hermana Anita, lo tuve claro desde que la vi. Su testimonio es mi orden, pero no por la fe de la eternidad, sino por la erradicación del mal.
Debemos arriesgar y poder mantener el funcionamiento de lo esencial. El bien, es la verdad, tengo esperanza en que desde aquí saldremos mejor.
-Me alegra Lucia, escucharte. Seguro que hacemos un buen equipo.