La ventana indiscreta

El Blog de Carlos Vallejo

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Y se hizo carne

Carlos E. Vallejo.

Mi compañera Doris “media luna”, es la que me sustituye, cuándo debo ejecutar una misión en pos de la erradicación del mal universal.

  • ¿Desmontar el mándala del mal universal?
  • Señoría si va a repetir todo lo que le diga en mi defensa con cara de “pringao”, vamos mal.
  • Señorita, compórtese  con educación o suspendo este interrogatorio de inmediato.
  • Le refresco la memoria, que en la madrugada pasada ha sido encontrada de forma inconsciente, dentro de una orgía de sangre, junto a varios cadáveres asiáticos.

Se lo contaré de forma pausada y con mucho temple, pero por favor no me vuelva a interrumpir. Desde el inicio de los tiempos Señoría ha existido el bien y el mal, siempre contrapuestos y enfrentados. Bien es cierto, que hubo un tiempo en la antigüedad, donde la luz reinaba sobre el caos. Equilibrio, armonía convivían en un mundo de paz, donde de repente todo se acabó y comenzó la carrera del mal para destruir a el bien e instalarse en toda la humanidad. La razón no se sabe, aunque cada cultura da su propia explicación.

El principal triunfo de “Lucifer” es que todavía en el siglo XXI mucha gente se cuestiona su existencia, verdaderos ignorantes apoyados en  muchos casos por el “mass media” niegan la existencia del mal y de su lucha.

Yo Lucia Rodriguez Valdés, natural del “Paso del macho”, Mexico, hace tiempo ya que abandoné el mundo de los vivos.

  • Ahora por favor, No se acojone Señoría ni me interrumpa. Si, usted está hablando con un espíritu que se hizo carne.

Me miraba con cara de incredulidad. Como diciendo; termina mi pequeña loquita, que pronto te mandaré al loquero interna.

Pues como le contaba ya hace más de 70 años que mi difunto marido me reventó la cabeza con un Colt 45, mientras me montaba al vecino Angelito.

Fue rápido y limpio. Disfrutaba como una perra de la gran pija de mi vecino del “Paso del Macho”, cuando de repente me traslade a la oscuridad, sin saber por qué. No le vi venir: vino por mi espalada y la bala atravesó mi cráneo de punta a punta. Allí dejé al pobre amante Angelito con un gran chorro de sangre en la cara y mi inerte cuerpo sobre el suyo.

Angelito gritó como una marrana, esperando su turno. Pero mi querido Carlitos,  no le mató, se quedó con cara de pánfilo observando la escena y a continuación se voló la tapa de los sesos.

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