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El Blog de Carlos Vallejo

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De vuelta a Madrid

Cava Baja Madrid
Cava Baja Madrid

Por fin volvía a mi querido apartamento en el centro de Madrid. Por la mañana había estado desayunando frente al Palacio Real para después darme un paseo por la zona.

Ya se me había olvidado lo que era la tranquilidad. Llevaba varios meses en Colombia preparando la estrategia para la liberación de Ingrid Betancourt, que fue el mejor operativo que jamás he visto en mi vida. Una vez terminada la misión no nos dio tiempo a pasar por España. Nos fuimos directamente a Kenia para seguir la pista de las cooperantes españolas.

Fueron cuatro meses fuera de casa. Algo a los que ya no estaba acostumbrado. Después del incidente por el “Caso Gürtel”, en el que tuve que volver a negociar mi presencia con el CNI, mi antigua profesión de tranquilo taxista se había esfumado. Todavía tenía arrendado el taxi a Abel Martínez, que todos los meses me ingresaba religiosamente mi parte en una cuenta bancaria.

Estaba bastante solo. Me acordaba mucho de Esther. Muchas mañanas me iba al colegio de su hija para observarla en el patio jugar con sus amigas en el recreo. Era idéntica a la madre. Tiene 12 años y poco a poco se está convirtiendo en una mujercita. Por la tarde, el desgraciado de su padre, que ha envejecido bastante, la recoge para volver a casa.

Estaba leyendo la prensa en un bar de la Cava Baja donde iba a comer, cuando recibí una llamada en el móvil de mi amigo Manuel Peralta, antiguo compañero del colegio al que cada vez veía menos. Él vivía en Cáceres y por circunstancias de la vida tan solo nos encontrábamos cada vez que él venía a Madrid por trabajo.

-Buenos días, Bairos.
-Qué lujo, don Manuel Peralta…¿Cómo te va la vida?
-Bien, muy contento. En breve voy a ser padre. María y yo estamos muy contentos.
-Enhorabuena, chaval. Eso sí que es una buena noticia. Un “Manolín” en el mundo.
-Ya, pero desgraciadamente te llamaba por otro tema.
-Dime.
-¿Puedes conseguir el “ABC” de hoy?
-Claro, ahora voy al kiosco y lo compro. ¿Qué pasa?
-El padre Julián, que lo han matado.
-No me jodas. ¿Qué ha pasado?
-Ya sabes lo confiado que era. Llevaba a su casa a cualquier mendigo que encontrase en la calle. Y esta vez no acertó. Unos delincuentes lo han matado.
-Me dejas de piedra. Joder, qué putada. Era un buen hombre.
-Ya. Yo me he quedado helado cuando lo he leído. Hazme un favor, entérate de todo. Me gustaría ir al entierro.
-Sí, tranquilo. Déjame que me informe y te llamo.

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