La ventana indiscreta

El Blog de Carlos Vallejo

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Mucha María

No sabía nada de Mario, el narco al que encargué que me siguiese la pista de los yonquis. Me dijo que parecía como si la tierra se los hubiese tragado, que hacía semanas que nadie los había visto.

No me gustaron nada las noticias de los yonquies, me olía mal. Eso significaba que se habían esfumado.La sensación que tenía era que los habían eliminado.

Ahora debía acelerar un poco lo de la directora. Eran las 13:27 horas. Mi querida María en breve volvería a su rutina diaria en la Alameda de Osuna. Me situé cerca de la salida del metro. Cuando apareció, igual de radiante que siempre, la llamé:

-María, ¿te acuerdas de mí?
-Hombre, ¿cómo estás, vecino? ¿Te sirvió el consejillo de la vainilla?
-Sí, fue estupendo. Era un cheese-cake para mi sobrino.
-Me alegro, hombre.
-Oye, ¿te sabe mal que te invite a un café? Te quería preguntar sobre un tema.

Se le cambió el gesto de la cara. La banalidad se acabó. Se sorprendió un poco.

-¿Para qué? Todavía no he comido…
-Es por tu trabajo, pero no es nada que te pueda afectar. Es tan solo un pequeño favor.
-Bueno, vamos. Pero no quiero rollo raros.
-Tranquila, yo te lo explico. Si quieres colaborar, genial; sino, a otra cosa.

Nos sentamos en la misma cafetería donde comí el día que le hice el seguimiento.

-Mira, es muy sencillo. Siento decirte esto, pero yo no vivo por aquí ni soy tu vecino. Soy una especie de detective privado que está investigando el caso de un amigo al que mataron.
-Joder, ¿y qué pinto yo?
-Mucho. Mira en el colegio donde trabajas.Me gustaría que me proporcionases información sobre la directora y el Padre Mauro.
-Espera un poco…Tú eres el despistado que fuiste el otro día al departamento y hablaste con mi amiga Clara, ¿no?
-Me temo que sí.
-Bueno, me importa una mierda en lo que estes metido, pero me voy a comer a mi casa.
-Tranquila, no es nada malo de verdad. Toma mi tarjeta. En el caso de quieras colaborar, tendremos un detalle contigo.
-¿Un detalle? Vete a tomar por culo.

Me dejó plantado en la mesa. Toda mi estrategia con María se había ido al carajo. Vería si Míster Chip podía entrar en los ordenadores del colegio y averiguar algo.

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